HOSPITAL OBRERO SANTIAGO II

CONCURSO NACIONAL DE ANTEPROYECTOS DE ARQUITECTURA

El Hospital se emplaza en un manzano cuadrado que contradice la lógica de los manzanos rectangulares de su entorno, por ello, el propio lote se convierte en una pieza que bloquea la continuidad de la vía.

Este es uno de los principales motivos que ha llevado a que la propuesta volumétrica del Hospital Obrero Santiago II, integre en su propia arquitectura y solar, la característica del trazo urbano del lugar, permitiendo, de cierta manera, recuperar la continuidad de la calle.

La propuesta arquitectónica surge a partir de dos paralelepípedos, contenedores de programa, desplazados uno de otro, para beneficio de ambos en orientación, ventilación e iluminación.

Estos volúmenes llevan lamas fijas en sus fachadas largueras externas y las internas se encuentran, con una muesca, con un cuerpo acristalado de gran altura. Este tercer volumen conecta a los cuerpos laterales por puentes médicos y pasarelas públicas – dejando vacíos de varias alturas entre ellas, que evidencian la restricción en carácter de cada circulación.

La presencia del tercer cuerpo marca la presencia de la vía, dándole continuidad al ubicar los ingresos peatonales en sus extremos. El visitante ingresa al edificio acompañado de una pérgola y guiado por una tira de árboles, que llegan desde el exterior del predio y se plantan en el vestíbulo interior, de características lineales. La intención tiene un aporte ambiental al generar un microclima que posibilita la renovación de aire.

Para otorgar luminosidad a los interiores, las plantas tienen un par de cajas acristaladas, que reciben luz natural y la llevan por todos los niveles, otorgando a su través, visibilidad entre plantas.

Un aspecto particular del proyecto es que prevé la posibilidad de ampliación, bajo el esquema modular con el que ha sido diseñado; se adapta a la volumetría lograda sin cambios drásticos en ningún aspecto: funcional, tecnológico, estructural, volumétrico o de circulación.

En el espacio exterior, un volumen menor contiene una sencilla capilla, que acoge a sus visitantes en un espacio cubierto extensible a un espacio semicubierto. En la composición, esta pieza marca un contrapunto para los volúmenes desplazados completando la propuesta arquitectónica.